Rodar es fácil, organizarse también
Cuando el pueblo rueda
Lo que una marcha de motociclistas nos recuerda sobre organización ciudadana
El fin de semana pasado (02-abr-25), se organizó una reunión masiva de motociclistas. No hubo patrocinadores, no se cobró entrada, no se necesitaron campañas en redes sociales ni apoyo de instituciones. Fue una convocatoria informal, propagada de boca en boca y de grupo en grupo, que logró reunir a miles de personas con una sola intención: salir a rodar, convivir y compartir su pasión por las motos.
No he visto un conteo oficial, pero por lo que viví en carretera, eran miles. Motos de todos los tipos. Personas de todas las corrientes. Y sí, también de todos los niveles de formalidad: muchos sin casco, sin licencia, sin placas, sin cinta reflectiva. Es bien sabido que en el gremio motero, el respeto a la ley de tránsito es flexible cuando la vigilancia es baja.
Caos organizado
Lo que presencié fue al mismo tiempo impresionante y preocupante. Durante horas, las motos causaron una gran disrupción en la carretera. Hacían caballitos, adelantaban por la derecha, cruzaban al carril contrario. No vi violencia, pero sí una sensación constante de zozobra, como si en cualquier momento pudiera aparecer un oficial de tránsito —y aún así, nadie se detenía. Porque entre tantos, el que paraba, perdía.
Las autoridades sacaron pecho: decomisaron 45 motos, quitaron 23 placas, levantaron 254 boletas. Pero si suponemos que solo asistieron 2000 motos —una estimación conservadora— y que el 25% circulaba en informalidad, esas cifras apenas arañan la superficie. En realidad, fueron muchas más. Y muchos más los que infringieron la ley sin consecuencia alguna.
Esto no fue un acto de desobediencia civil con causa política, ni un ensayo de protesta articulada. Fue simplemente un evento para disfrutar, para compartir entre pares. Pero el mensaje que deja es otro: cuando una comunidad se organiza, aunque sea informalmente, puede ejecutar acciones masivas, complejas, e incluso ilegales, con una eficiencia asombrosa.
El poder de estar organizados
Aquí viene el giro importante: si una comunidad puede organizarse tan bien para disfrutar un día de paseo rompiendo reglas, ¿por qué no podría hacerlo para exigir derechos, defender lo justo o impulsar cambios reales?
La diferencia entre una marcha caótica de motos y una movilización ciudadana efectiva no está en la logística, sino en el propósito. Agua potable, espacios públicos, seguridad, vivienda digna: todas son causas más importantes que una rodada. Pero sin organización, ninguna de esas causas puede avanzar.
La pregunta que queda es simple: ¿Está usted organizado? ¿Participa en algún proyecto común? ¿Conversa con su comunidad?
Porque si las motos pudieron, nosotros también podemos.